Desde otro punto de vista, existe consenso en la necesidad de cambiar el modelo energético, evolucionando hacia un modelo futuro basado en las energías renovables como recursos energéticos primarios. Desafortunadamente, con la energía sucede lo mismo que con otros recursos, en el sentido de que suelen estar disponibles en lugares y momentos diferentes a los que se necesitan: luego la energía debe ser almacenada y transportada. La electricidad es una buena opción para transportar la energía, y también para almacenarla. Pero la naturaleza nos ha regalado otra forma hacerlo, en este caso en forma de energía química, precisamente, el hidrógeno.

Se puede almacenar energía sintetizando (‘fabricando’) moléculas de hidrógeno (H2). Estas se almacenan y transportan hasta el lugar y momento que se necesiten. Entonces, la energía que contienen se puede usar convirtiéndola en la forma más adecuada al uso que aplique. Las más habituales son la térmica, mediante procesos de combustión (motor de combustión interna), y la eléctrica, mediante procesos electroquímicos (pila de combustible). Así, el hidrógeno, al igual que la electricidad, no es un recurso energético, es una forma de almacenar y transportar la energía para que la sociedad pueda utilizarla en el lugar y momento en que la necesita.