Rafa Grande trabaja en Exolum desde hace 38 años. “¡Dios mío! ¡Cómo ha pasado el tiempo!”, exclama. Este veterano destaca las ventajas de que generaciones diferentes trabajen juntas: “Despierta la creatividad y favorece la innovación. Y es más satisfactorio y productivo”.
También Erick Kuhn, que lleva 37 años trabajando en la industria de la aviación, once en las instalaciones de Panamá y cuatro en Exolum, reflexiona sobre el valor de la diversidad generacional. “Trabajar con gente joven es un reto, algo estimulante y a la vez extenuante”, afirma. Y es rotundo cuando señala: “Para mí, de nada sirven mis 37 años de experiencia si no puedo trasmitirla a la siguiente generación”.
Ese talento de la generación ‘silver’ se ha adaptado a los cambios. Además de resiliencia, los sénior aportan gran experiencia en su área de especialización, están muy comprometidos con la empresa y son buenos gestores de equipos. A esto se suma la estabilidad que proporcionan por su menor rotación, su equilibrio emocional y su conocimiento humano.
Rafa Grande considera que los más veteranos transmiten el know-how “de forma sencilla y natural”. Erick Kuhn, por su parte, subraya que “los sénior aportamos la capacidad de prevenir, basada en la experiencia y en el conocimiento de nuestra industria”. Y añade los valores de “la templanza de una mente fría ante situaciones críticas y de la tolerancia”.
El camino de la diversidad es de doble vía: también se aprende de los jóvenes, que aportan frescura al equipo. Rafa Grande considera que “tienen ganas de aprender, son ágiles, están al día de las últimas tecnologías y agradecen la confianza depositada en ellos”. “Motivar y apoyar a los jóvenes es nuestra mayor recompensa”, asegura Erick.
El equilibrio entre generaciones permite aprovechar “el empuje, la agilidad y la generosidad de los jóvenes, y por otra parte, beneficiarse de la moderación, la experiencia y la capacidad de reflexión que tenemos los sénior”, apunta Rafa.
Para ambos, la mayor recompensa es fomentar el trabajo en equipos diversos y multidisciplinares. Y si hubiera un secreto para lograr ese equilibrio por parte de los más veteranos, Erick lo desvela: “Saber verificar, pero sobre todo, saber delegar. Y no pecar de infalibles o de sabelotodo”.